Estudio
Jardín
Jardín con las plantas estudiadas en Color Amazonia expuesto en: Flora ars+natura, Bogotá, 2013 / Universidad EAFIT, Medellín, 2014.
Se trabaja con las plantas con la idea de que ellas son lo más importante y surge la necesidad de tenerlas y sembrarlas para poder investigarlas y profundizar en ellas.
Desde el inicio del proyecto vislumbramos la idea de contener las 11 plantas en un jardín y adaptarlas a Medellín. Algunas lo hicieron de manera exitosa, como el Huitillo, que se propaga por semillas, las cuales se obtienen como residuo al extraer el pigmento de la cáscara del fruto y son muy fáciles de reproducir. En cambio, otras, cómo algunas de ellas que por ser árboles fueron más difíciles de obtener, transportar y sembrar, no lograron adaptarse.
Las plantas que se adaptaron conformaron nuestro jardín. Esto nos permitió obtener los pigmentos de manera sustentable y poder contar con materia prima de manera continua. Posteriormente, cuando las plantas comenzaron a pedirnos más espacio, el jardín se convirtió en un bosque sostenible que lleva más de 5 años creciendo en Bolombólo, un municipio de Antioquia ubicado a dos horas de Medellín. Sin las plantas, y el jardín como centro de todo lo que gira alrededor del proyecto, habría sido casi imposible llevar a cabo el trabajo que realizamos en el estudio, ni podrían existir los talleres que hemos venido realizando a lo largo de los años para sensibilizar a otros.
Bosque sostenible que contiene las plantas que se lograron adaptar. Bolombolo, Antioquia, 2015 - 2020.
Estudio
Estudio Color Amazonia. Medellín, Colombia, 2012 - 2019.
Siempre he concebido el estudio de arte como un espacio de
transformación donde lo empírico se manifiesta a través del
juego y la experimentación. Un lugar para el ensayo y el error,
para expandir las ideas y, ante todo, para el encuentro.
Este proyecto me ha enseñado a valorar el trabajo
colaborativo y a entender que la sinergia de un equipo de
trabajo es tan potente que trasciende la simple sumatoria
de saberes individuales, lo que cada miembro aporta. Desde
esta visión, el estudio ya no define un lugar privado, inherente
al artista, sino que se concibe como un espacio abierto
que posibilita la colaboración y propicia el intercambio de
experiencias y conocimiento.
Se trata de un lugar vivo, de co-creación, que tiende a
expandirse y contraerse orgánicamente en la medida que
responde a las necesidades del proyecto que se evidencian en
el proceso.
Inicialmente, el estudio definía un espacio físico de trabajo
que incluía el jardín. Allí pensamos e imaginamos el proyecto,
planeamos las salidas de campo, estudiamos la botánica de
las plantas, aprendimos a preservarlas mediante herbarios
e intentamos expresarlas estéticamente a través de distintas
técnicas y formatos como ilustraciones y grabados, etc.
Fue cuando empezamos a traer del Amazonas todo
lo que habíamos producido en esa especie de taller
efímero que montamos en la selva, para trabajar de la
mano con la familia Huitoto que nos acogió, que nos
dimos cuenta que necesitábamos un espacio mucho
más amplio para visualizar las distintas maneras en
que podríamos exhibir el proyecto. Entonces, el estudio
se convirtió en una bodega que nos permitió jugar
con los materiales y construir instalaciones mientras
imaginábamos como mostrarlo.
Luego surgió la necesidad de seguir avanzando en el conocimiento de la química orgánica del color. Entonces, nos enfocamos en aprender a formular los pigmentos, como transformarlos, estabilizarlos y a diversificar sus usos. A raíz de todo esto, la noción de estudio empezó a mutar hacia la idea de laboratorio a través del tiempo, hasta convertirse en un lugar de experimentación donde convergen el conocimiento empírico, reflejado en la práctica artística, y el conocimiento científico, que involucra tanto la botánica como la química. Adquirimos un horno de secado al vacío, un ph-metro, algunos soxhlets de destilación y otros equipos e implementos de laboratorio, lo que nos ha permitido profundizar en el conocimiento de los pigmentos orgánicos y, de este modo, el estudio se transformó en lo que hemos definido como el Color Lab: un espacio en el que ante todo valoramos el proceso.
Color Lab
Laboratorio de Color. Medellín, Colombia, 2016 - 2020.
El poder del color radica en que es un lenguaje universal, y
expresa un mundo en el que todos cabemos. Personalmente
creo qué si el arte no logra sorprender e inspirar a otros,
incluso a un niño, entonces, su función se ha desvirtuado hasta
transformarse en algo casi inútil. El Color Lab ha sido esencial
para poder indagar en la ciencia a través del juego, un lugar
donde todos podemos volver a ser niños.
Este espacio nos ha ayudado a encontrar nuevas maneras de
acercarnos a través de la ciencia y el arte al fenómeno del color
y, de este modo, generar reflexiones en torno a la naturaleza.
Lo que hemos aprendido allí nos ha permitido sensibilizar
a otros, en especial niños, a través de talleres lúdicos
que se han convertido en un elemento fundamental de
proyecto.
A través de la experimentación, y de la mano con un ingeniero químico, el Color Lab nos ha permitido avanzar hacia la estabilización de los pigmentos; su preservación mediante el uso de diferentes mordientes y una mayor resistencia a distintos factores medioambientales como la oxidación y la luz; su aplicación en textiles y fibras naturales; su formulación y transformación en acuarelas, crayolas, tintes en polvo, entre otros.
Serie Huitillo (Renealmia alpinia), 2015 - 2018.
Huitillo Series (Renealmia alpinia), 2015 - 2018.
Caja de Colores + Color Flashcards, 2015 - 2016.
Color Box + Color Flashcards, 2015 - 2016.
Color Books, 2016.